Representación y narrativas europeas: naciones, colonias, progreso y guerra.

Tercera sesión del seminario 'Inacabar Europa. Los retos del siglo XXI: democracia, deuda y representaciones nacionales'

En esta ocasión nos introducirá en el planteamiento de la sesión Fernando Wulff (Historiador - UMA)

Hablar de Europa, tradicionalmente, ha sido hablar de progreso, ideas de cambio, igualdad, pluralismo, ciencia, desarrollo, revolución, socialismo, arte y cultura... Hablar de Europa, no obstante, es también hablar de fronteras frágiles, guerras, conquistas, expansión, colonias, imperios, superioridad e imposición, exterminio, precarización, fascismo... En pleno siglo XXI, los estados europeos, integrados en la UE y en la OTAN, siguen mandando tropas a lugares lejanos del planeta para defender sus intereses particulares, construyen armas para fortalecer sus PIB y a la vez las envían a conflictos que pretenden resolver según dicen, sin asumir que el origen de los mismos se haya en la no tan antigua dominación colonial, y colaboran estrechamente con poderes económicos supranacionales en la destrucción del bienestar de su población, al tiempo que levantan rígidas fronteras para evitar que los migrantes encuentren una vida mejor que les es negada en su lugar de origen por la propia acción de Occidente.

La idea común de los europeos es la universalidad, según apunta la filósofa catalana Marina Garcés. Es un concepto de raíz griega, aliento cristiano y formulación racionalista. Esta noción, sin duda, ha sustentado durante siglos las empresas colonialistas de las naciones europeas y se refleja bastante bien en las ideas de progreso, superioridad racial y cultura civilizadora que durante la Ilustración se vinculan a Europa. La «verdad universal europea» ha sido la excusa para hacer entender al resto del mundo que únicamente existe un modelo de convivencia viable; una sola religión, una sola ciencia, un solo modelo político y un solo estilo de vida. Marina Garcés señala, sin embargo, que forzosamente la idea europea de universalidad está muy vinculada con la idea de igualdad, también de raíz ilustrada, ya que aunque sólo exista una auténtica verdad, todos los seres humanos tienen la capacidad y el derecho de acceder a ella. Esta es la gran herida de Europa: la tensión abierta entre universalidad e igualdad. La Unión Europea fue, tras la Segunda Guerra Mundial, el intento por dar una solución a esa dicotomía y buscar un equilibrio basado siempre en la unidad política, económica y cultural. La UE, empero, se presenta hoy día ante nosotros como la unidad fallida, la comunidad imposible, un «nosotros» que no puede ser «Uno». Europa es un espacio político y cultural «que no puede ser ni unidad terminada ni separación absoluta: de nuevo, herida abierta que ni cicatriza ni acaba de escindirse», sentencia Garcés en un reciente artículo en el diario en catalán Ara. Por consiguiente, la única Europa posible es la «Europa inacabada», la Europa de lo que está por venir, la Europa de las identidades múltiples y combinadas, viejas y nuevas, de los de acá y los de allá, sin sujeción a unas fronteras fijas, con instituciones-monstruo que se abren y tejen lazos de solidaridad y apoyo mutuo entre todas las personas que entienden la vida como un problema común.

.ª Sesión. Jueves 29 de mayo // 19.30h.

Representación y narrativas europeas: naciones, colonias, progreso y guerra.
Fernando Wulff (Historiador – UMA).

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